Meditando. Una experiencia de expansión interior.
Me siento en postura de meditación. Asiento mi postura. Cierro mis ojos y caigo adentro. Siento mi postura desde la relajación de mis músculos. Me siento por dentro y arraigo mi cuerpo en contacto con el suelo, con mi zafu. Ensancho mis caderas, relajo mis glúteos y me entrego.
Me entrego a un sentir de mi misma superior a mi cuerpo. Detecto mi presencia, me reconozco y comienzo a diluirme en la negritud de mi espacio interior.
Alargo la columna y doy espacio a mi cuerpo en mi postura. Estabilizo el cuerpo, le dejo estar, le dejo ser y le dejo en paz. Me dejo en paz.
La mente sigue con cierta actividad que poco a poco se suaviza. Tan solo unos pequeños pensamientos a modo de fuegos artificiales que van apareciendo a su gusto y que por no atenderlos se acaban desdibujando en la espesura de mi negritud.
Fijo mi atención más adentro, busco el núcleo de este espacio interior y asentándome en él comienza la dimensión interior a expandirse.
Cada vez la percepción de mi interior va volviéndose más sutil, más ligera. Y mi cuerpo ahora ya de humo, en vez de materia, sigue dibujado como una sombra que poco a poco se diluye con la luz interior.
Creo detectar un foco interno, ese núcleo de luz, un lugar desde donde nace y se expande mi ser íntimo. Según crece esa autopercepción, y comienza a ser deslocalizada, el núcleo también se diluye y se convierte en pura energía, en bruma de luz, en sirimiri de información aún descodificada.
Ana ya no está, mi historia ya no me acompaña como cada día en mis reactividades. No tengo respuesta conocida, pasado que me condicione o anhelo de futuro por vivir.
No hay tiempo, no hay persona y no hay lugar.
Pequeños atisbos instantáneos de lo que fui van apareciendo y desapareciendo sin fuerza. Y mi atención, y mi presencia, en esa certeza de que SOY PURA CONSCENCIA.
Me quedo, me quedo, aquí, en este instante pleno, en esta realidad aplastante de lo que realmente ES. De lo que realmente SOY SIN SER ANA. Libre de mi pequeñez, libre de mi grandiosidad, de mi cotidianidad, de mi dibujo de mí.
Y sé que es tan solo principio y fin, que es particularidad e inmensidad, que es fuente y sed, que es amor y unión.
Que es gratitud por la vida, por ser esta experiencia, por ser la que representa esta puerta a TODO lo demás.
GRACIAS.