yoga en getxo y en etxebarri

Cuando era niña reflexionaba mucho.

Cuando era niña reflexionaba mucho. Recuerdo ser muy pequeña, los barrotes de mi cama eran blancos… luego fueron verdes y luego cortados… Era muy niña.

 

Tal vez tenía fiebre, tenía muchas veces fiebre… En esos momentos entre sueño y vigilia, reflexionaba sobre lo que era la existencia. Cuál era el sentido de todo esto.

 

Me imaginaba que después de la muerte te encontrabas en una especie de masa etérea, como una nube cósmica que se retorcía en si misma creándose una y otra vez. Todo lo que había entonces era algo así como “estar bien”, sentirse bien, sentir que todo está bien y todo era derivados y combinaciones de “estar bien”. Esa masa de bienestar se reconstruía y se volvía  a hacer siempre estando bien. Yo era polvo, gotas o tal vez un matiz del color de aquella nube. Pertenecía a ella y era toda ella yo. Todavía la veo.

 

Me viene el recuerdo de esas nubes enormes que se formaban en el cielo. Su movimiento les hacía envolverse en sí mismas. Recuerdo el rosa de los atardeceres en “mi playa”. La inmensidad de la nube y el mar en calma, también rosa.

 

Ahora me emociono. Con nostalgia recuerdo aquella inmensidad, aquella inquietud, aquellos ojos que querían saber, que querían entender el universo del que yo hacía parte.

 

Siempre me sentía pequeña, insignificante. Creía que no tenía mucho que aportar, que tenía poco que contar, que a nadie le podía interesar lo que yo quería expresar.

Después me sentía la protagonista. El mundo estaba mirado a través de mis ojos. Yo era la que experimentaba la vida. Los demás decían que ellos experimentaban la suya pero eso yo no lo podía comprobar.

Así que era la actriz principal, la principal locutora, la que tenía la verdad. Aquí dentro de mi cabeza, dentro de mi cuerpo, dentro de mis opiniones solo estaba yo. Me amaba por ello. Me sentía orgullosa de mi misma. Me reconocía, me tocaba, me escuchaba, jugaba conmigo… y reflexionaba. ¿De qué va todo esto?

 

Recuerdo hacer lo que había que hacer. Vístete, péinate, escribe esta tarea… lo hacía sin pensar. Yo hacía lo que me decían y dentro lo comentaba todo conmigo. Tenía un mundo interior enorme, lleno de mí y de mi compañía. Me daba igual lo que tenía que hacer, estaba conmigo.

 

Recuerdo que entonces me llevaban de la mano, no recuerdo quién pero era mucho más alto que yo. Era muy pequeña.

 

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