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Mi gran presente en mi cama. Mi meditación.

Unos de mis momentos más ricos del día es MI gran PRESENTE en mi cama.

Me encanta despertarme y quedarme conmigo calentita bajo el edredón. Me gusta el momento de dormirme también, pero a veces, por la noche mi mente está más cansada y no es tan gustoso.

Ahora estoy en mi cama, escribiendo. A mi costado una bolsa de agua caliente responsable también de lo placentero de este momento.

Ayer a la noche había 6º en la calle. Me imagino que sigue ese frío y me hace sentirme afortunada.

Afortunada de tener techo, de tener agua caliente, de tener un edredón de seda maravilloso que retiene el calor corporal y lo mantiene tan agradable.

Afortunada de que sé que los míos están bien, cada uno donde quiere estar, de que yo estoy donde quiero estar y de poder tener estas manos llenas de dedos que ahora escriben expresando lo que sale de mi interior.

Voy a Mi gran PRESENTE en mi cama.

Mi cuerpo, mi gran cultivo. Me gusta sentirme en él. Simplemente siento.

Me toco con mis manos, ellas llenan de presencia allí donde tocan.

El interior de mi abdomen, el interior de mi pelvis, busco el epicentro de mi fuerza interior y quedo en presencia sintiéndome.

Me vuelvo sensible, muy sensible y relajo mi interior.

Me gustan los escáneres corporales. Me encanta la relajación despierta.

Ahora, de un tiempo aquí, practico el relax anatómico. Se me acaba de ocurrir este nombre.

Voy a la conquista de la relajación profunda y paso por cada músculo, detectando los que aún están activos y los suelto.

Hay temporadas que suelo llevar más carga a zonas concretas y esas son las que priorizo en estas relajaciones. De esta manera comprendo las nuevas organizaciones posturales que va eligiendo mi cuerpo.

Ahora son los glúteos y más al interior, el piramidal, los que van llamando mi atención. El final de la relajación acaba siempre en el psoas.

Pongo mis manos sobre el abdomen. Las puntas de los dedos llegan al pubis y los costados externos de las manos a las crestas ilíacas. Siento mis órganos internos, los relajo y detrás de ellos, las grandes bandas de los psoas.

A veces llevo mis manos atrás, a las lumbares, mas incomodo. Colocarlas delante me encanta.

Las rodillas las dejo un poco flexionadas mirando al cielo con los pies apoyados.

Quedo en relajación y dejo que mis manos transmitan su potencial integrador al psoas.

Los poderosos músculos del psoas llevan en sí nuestra historia más profunda…

Saben de cada vez que me asusté, de cada vez que he dado un paso atrás sintiéndome invadida. Saben de cada vez que no he dado ningún paso atrás, he sido invadida y no me he protegido.

Llevan la historia de mis mujeres, la historia de las guerras, de las cazas de brujas y de las cacerías para buscar comida.

Llevan tejido en sus fibras la autoexigencia a la que me he sometido.

Llevan también todo mi instinto, mi mujer salvaje y mi fuerza interior.

Llevan todos los pasos adelante de mi vida, toda mi valentía y mi arrojo.

Cada vez que exhalo los voy relajando un poco más. Los imagino blanditos, descansando apoyados en el colchón gustosamente.

Quedo en presencia, en ese acolchado interno de mis músculos relajados. Las diferentes zonas van fundiéndose unas con otras.

Voy quedando en quietud, cada vez más profunda, ahora las partes se han unido y puedo sentirme como una unidad, integrada.

Mi cuerpo totalmente presente, mi mente totalmente presente en él y mi energía bien alojada en mí.

Anido en mí, me lleno de mi ser y lo que antes era presencia corporal se ensancha en algo mayor.

Comienza la integración de mis cuerpos sutiles y denso.

Comienza EL GRAN PRESENTE.

Mi presencia se expande y lleno un espacio mayor de mis límites corporales.

Ya no cabe hacer nada, me vuelvo totalmente receptiva y mi receptáculo se va ampliando.

La presencia ahora es más viva, más compacta, chisporrotea. Siento la energía y el potencial de información que ahora soy.

Soy un espacio de conciencia limitado, con fronteras inapreciables pero existentes, sé que es un campo cerrado aún.

Estoy diluida en ese espacio que es mi habitación, tal vez la casa entera. No lo sé exactamente, ni me importa, en este momento.

Toda esta descripción forma parte del momento actual en el que escribo. Allí donde suceden los estados nadie narra, la experiencia simplemente es.

Aquí y ahora es donde estoy tratando de captarla para transmitirla, encapsulándola en palabras que nunca podrán expresar fielmente semejante experiencia.

Tan solo la poesía, la belleza o el amor pueden reflejar algo parecido a un estado superior.

Siento una pequeña muestra de gracia, un gran bienestar, un gran descanso en una pequeña inmensidad de mi misma.

Es una experiencia más real que lo cotidiano, tiene el gran sentido de SER en sí misma.

SER en un gozo expansivo y sostenido. Ligeramente deslocalizada y atemporal.

Esto es solo un pequeño estado, un atisbo de infinitud, pero ya huele a lo que será y a lo que fue cuando La Diosa dejó penetrarse.

Pequeñas muestras de que somos conciencia.

Somos conciencia infinita, el sustrato del universo.

Somos la potencialidad total esperando a ser vivenciada.

 

No te duermas.

Ya entonces no serás ni tú ni tu historia, ahí ya ni te querrás llamar por tu nombre.

Gracias.

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